jueves, 30 de octubre de 2014

A 7 años del crimen del lago

Para "El Desafío" Carlos Mariscal


Mientras su mamá trabajaba como fiscal de Cristina Kirchner, mataban en el lago de Las Termas de Río Hondo a Agustín. Oportunamente entrevisté por teléfono para Cadena de Radio Eco y después personalmente a Liliana Ferreyra. Aún son muchas las respuestas que esperaba y no se dieron de parte de todos los responsables de este crimen y su investigación. El tiempo nos permite reflexionar, pero no olvidar y menos a quien sufrió esta pérdida irreparable.  Hablé con el juez de la causa, con abogados del Estudio Santucho y una tarde pude compartir en Buenos Aires un encuentro con Liliana, su mamá y su hijo. Conocí a una madre con un coraje impactante y me quedó un sabor amargo por saber que en estos casos aunque la justicia actúe bien, nunca nos podrán regresar al ser querido.  Para Agustín, Liliana y su familia mi recuerdo y afecto permanente y por eso decidí no escribir una nota sobre este tema, sino publicar la carta que ella redactó para el Blog de Justel.
Mi corazón está con ustedes.


La carta:
Carta para Agustín: la partida inesperada


28 de octubre. Una muerte coincide con la alegría de Cristina Fernández.

Por Liliana Ferreyra

A 7 años de tu partida inesperada, mi amado hijo Agustín, aún no despierto de esta pesadilla que no tiene fin. Te fuiste a los brazos de Nuestro Creador, cuando tenías un mundo para vivir, pero a cada uno de los que cometieron este terrible crimen, nunca encontrarán la paz, jamás van a tener mi perdón; cobardes, se burlaron de vos, hijo amado.
Agustín tenía 14 años. 
Cuando clamabas que no te hagan daño; lo sé, lo siento desde mi vientre como te hicieron sufrir a vos y a todos sus cómplices. Hijo, cada instante de nuestra vida con tu hermano, te recordamos todos los días; tus fotos, tus gestos, tus gustos, tus relinches, tus risas, tus juegos, tu música, tus botines, tus tareas del colegio, tu celular, tu MP3. Tu cama sigue como la dejaste.

Te espero pensando que en algún momento vas a entrar por la puerta, confiado y amante de la vida.

¿No sabes cuánto valor es ver a una madre visitar a su hijo en el ataúd? Estoy aprendiendo poco a poco a convivir con este dolor eterno; sólo Dios, nuestro creador, sabe que no hay lágrimas que puedan compararlo con lo que arrebataron estos asesinos.

¡Te amo hijo desde mis entrañas!

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